Un nuevo 28F, uno más que pasará sin pena ni gloria. Cada vez que pasan los años
no sólo nos alejamos cronólogicamente de aquel mítico 28 de febrero de 1980,
sino que también nos alejamos del espíritu y del torrente de ilusión imperante
de aquel día.
Es evidente que Andalucía ya no es lo que era,
han cambiado muchas cosas. En general se podría decir que muchas cosas para
bien, ya que nuestro nivel de vida y de desarrollo es claramente superior al de
entonces.
Hay otras cosas, en cambio, que no cambian… como
el hecho de que Andalucía, a pesar del desarrollo de estos años, siga estando a
la cola del estado y de Europa en casi todos los rankings que algo tengan que
ver con la riqueza de un país.
Y sí, también hay cuestiones que están mucho peor
que en aquel 28 de febrero de 1980. Una de ellas, que quizá sea la que más me
duele, es la de la identidad andaluza. Como anteriormente dije, el torrente de
ilusión y de esperanza que suponía la autonomía ha ido desapareciendo a lo largo
de estos años. Los andaluces nos seguimos sintiendo como tal, pero no ejercemos
como deberíamos.
Los nacionalistas andaluces desaprovechamos la
oportunidad de encauzar la esperanza y las ganas que el pueblo andaluz tenía
hace 29 años. Se la entregamos en bandeja de plata al PSOE. Hoy la situación del
nacionalismo andaluz es la peor que ha tenido en toda la democracia. Por ello,
es el momento de estar más unidos que nunca, de la renovación máxima de imagen, de caras
y de la inclusión de nuevas ideas que conecten con la sociedad de
hoy.
Yo no veo como adversario político a
ningún nacionalista andaluz aunque esté en otro partido. Veo como
adversario a todo aquel que disfruta y está como cómodo con esta situación, al
bipartidismo que intenta apropiarse del mensaje andalucista, y a todo aquel que
todavía intenta dividirnos (incluso
dentro del nacionalismo andaluz) y así debilitarnos.
No es momento de perder la esperanza. Recuperemos
la ilusión.
¡Viva Andalucía Libre!
Villa Alegría
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