 En 1941 Orson Welles dirigió y protagonizó ‘ Ciudadano Kane‘,
una película que está considerada como una de las grandes obras
maestras de la historia del cine. La innovación en los recursos
visuales y narrativos fue una aportación sensacional y sin precedentes
hasta entonces.
La película cuenta la vida de Charles Foster Kane,
un magnate de los medios de comunicación de finales del siglo XIX y
principios del XX, el cual, muere en su mansión no antes sin pronunciar
una última palabra aparentemente sin sentido: “rosebud“.
Un periodista se interesa por este hecho y con el objetivo de conocer
el significado de dicha palabra comienza una investigación con las
personas que vivieron y trabajaron con Kane.
Es curioso, pero en la red hay
divulgado un supuesto error de bulto que se atreve a afirmar que en la
escena en la que Kane pronuncia la palabra “rosebud” y
muere, nadie está en la habitación, por lo que nadie habría podido
escuchar la palabra en cuestión y, por lo tanto, el hilo conductor del
filme no tendría sentido.
No sé quien o quienes habrán difundido
ese bulo, pero de lo que estoy seguro es que no han visto la película
en su vida. Motivos: primero, la escena en la que Kane muere es un
primer plano, por lo que es imposible saber si en esa habiatación había
más gente o no; y segundo, casi al final de la película el mayordomo
encargado de la mansión de Kane dijo haber estado presente en su muerte.
En fin… volviendo a lo importante. El personaje de Charles Foster Kane está inspirado en William Randolph Hearst
que, además de ser un gran magnate de los medios de comunicación dueño
de innuberables periódicos a lo largo y ancho de EEUU, fue como así
decirlo el inventor de la prensa amarilla.
Tan influyente fue su legión de
periódicos, todos impregnados de su peculiar “estilo” periodístico, que cambió el rumbo de la historia. Más concretamente me refiero al
incidente ocurrido con el buque norteamericano ‘Maine’ en 1898, y que desencadenó posteriormente en la guerra de Cuba entre EEUU y España, y que terminó con la pérdida por parte de España de la última colonia que le quedaba en América.
Fueron los incendiarios titulares de
sus medios los que alimentaron la falsa noticia de que el hundimiendo
del ‘Maine’ fue provocado por España, cuando en realidad fue un
desafortunado accidente en el que ésta no tuvo nada que ver.
Hearst no estaba demasiado contento con
que Orson Wells hiciera una película cuyo personaje principal estuviera
inspirado en él. De hecho, hizo todo lo que tuvo en su mano para
impedir que el filme viera la luz. No es para menos. Orson Welles no
sólo le hacía una feroz crítica a su persona y a sus métodos sino que
además no se le ocurrió otra cosa que escoger como hilo conductor
principal de la historia una palabra concreta, “rosebud“, que era nada más y nada menos el apelativo cariñoso con que Hearst llamaba a cierta parte íntima de su amada.
¡¡Qué grande Orson Welles!!
El cine es bello
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