Hoy, casi todo el mundo se rige por el sistema capitalista. Este sistema se encuentra más cómodo cuanto menos intervengan los estados, cuanto menores sean los impuestos, y cuantas menos trabas legales, legislativas y burocráticas posibles tengan las empresas y las multinacionales.
El sistema busca el mercado (totalmente) libre, donde los gobiernos de los estados - que son los representantes políticos de todos los ciudadanos - queden reducidos a lo mínimo y sean víctimas del poder real sustentado por las empresas.
Todo esto, por supuesto, si la cosa va bien. Ahora que no van tan bien buscan a “papá estado” para que les ayude. Antes, cuando el gobierno anunciaba una medida social que concedia una mísera ayuda a determinadas familias con problemas graves y escasos recursos, todos los agentes económicos, banqueros y empresarios del país se levantaban en contra. En cambio, ahora nadie protesta cuando el estado inyecta miles de millones de euros (con dinero de todos los ciudadanos) para activar la economía y para que las empresas no pierdan tanto dinero.
En definitiva, ellos buscan que los beneficios sean para sus empresas, y que sus pérdidas, las paguemos todos con nuestros impuestos. De ahí que el presidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán dijera que “hay que hacer un paréntesis en la economía libre de mercado”… ¡qué listo¡, ¡¡y qué sin vergüenza!! Normal que muchos se indignen…