Se fastidió el día
Pues sí. Al final se fastidió (un poco solo, eso sí).
Cuento.
2 de Agosto. Último día de trabajo previo a las vacaciones. Todo el día con la mente en otro sitio, más concretamente en Oropesa (vale ya de chistes con referencia al fascista del bigote). Finalmente acaba la jornada laboral. Apago el ordenador y hasta dentro de 13 días. Ahí te pudras cacho máquina. Felicidad.
Un poquito más tarde. Librería Beta, en la calle Sierpes. Nunca había entrado en esa librería. En Beta, muchas veces, pero en la del antigüo Teatro Imperial (¿pué ser?) todavía no. Con la boca abierta. Peazo de librería, montones de libros ordenaditos, magnífico y precioso entorno. Incluso alguna niña guapa.
Después de varios días y media docena de librerías pateadas me hago finalmente con un ejemplar de Hyperión. De paso me compro La caída de Hyperión, uno de Noam Chomsky y otro de sudokus pa mi padre. No va mal la cosa.
Llego a casa. Le echo dos huevos y me afeito la perilla. Francho sin perilla. Casi como la Aurora Boreal. Shock. Mi madre se parte el culo. Mi padre me dice que parezco más gordo.
¿Era necesario hundirme en el último momento?
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2 de Agosto, 2006, 20:51, Categoría: General
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